Willy Wonka en Malasaña

Imaginen que tienen un pequeño comercio en Madrid y día tras día entran personas de diferentes edades pidiendo un producto del que jamás ha oído hablar, día tras día durante meses y usted no sabe ni siquiera donde adquirir ese producto tan deseado. Un buen día, un comercial entra en su tienda ofreciéndole ese producto... Por fin lo ha encontrado y podrá ofrecérselo a esos clientes que tanto lo ansiaban, clientes que tras la visita de ese comercial no volverán a pisar su tienda...

Ese truco  de un marketing primitivo fue el que utilizó Matías López, chocolatero que acababa de llegar a Malasaña desde Lugo  en 1851 cuando solo contaba con 26 años y con una maleta vacía a excepción de unos zuecos.

A su llegada a Madrid comenzó a trabajar como aprendiz de chocolatero ahorrando todo su salario para realizar su gran sueño: ser el mejor chocolatero de España.

Cuatro años después estaba liso para abrir su propio negocio y para ello compró un pequeño molino en la calle Jacometrezo.

Matías López quería que su chocolate estuviera en todas las tiendas pero aún no tenía ni siquiera una muestra de su producto y además sería difícil que las tiendas decidieron vender una marca totalmente desconocida.

Así, mientras trataba de dar con la fórmula exacta para hacer el chocolate perfecto, el joven, enviaba cada día a sus familiares y amigos  a preguntar a las tiendas si tenían chocolate de Matías López, los tenderos no tenían ni la menor idea de que les estaban hablando pero su ansiedad por conseguir ese producto crecía con el paso de las semanas...

- ¿Le han llegado ya por fin los chocolates de Matías López?

- Ni siquiera se donde conseguirlos, pero los tendré, no paran de preguntarme por ellos, contestaban los comerciantes.

El chocolatero dio con la ansiada fórmula y el dulce estaba preparado para salir a las calles, fue entonces cuando el propio Matías López pasó tienda por tienda ofreciendo su producto a los comerciantes que exclamaban con sorpresa -¡Por fin!  deme todas las cajas que tenga.

Esa fue la primera estrategia publicitaria utilizada por este hombre que fue un autentico pionero del mundo empresarial, pero no la última.

El primer cartel publicitario de nuestro país fue aquel que anunciaba sus chocolates. Este hombre entendió que con el altísimo porcentaje de analfabetismo existente en el país, su as en la manga tenían que ser los dibujos, por lo que pidió al litógrafo Francisco Ortego la creación de un cartel donde se explicarán las virtudes de su producto. Ese cartel es conocido aún como el de Los gordos y los flacos y es considerado el primer anuncio publicitario de nuestro país.

Tal fue el éxito de sus chocolates que de su pequeño molino en la calle Jacometrezzo se traslado a un edificio de 5 plantas en la Calle La Palma número 10, eran tiempos en que Malasaña olía a chocolate.

Y  de Malasaña al escorial donde el número de empleados ascendió a 500.

El escorial era una pequeña población que se duplicó tras la apertura de la fábrica de chocolates en el 1874.

Matías López había llegado apenas 10 años antes desde Sarria (Lugo) con un sombrero y solo unos zuecos en la maleta surtía ahora de chocolate a toda España, vendiendo 4/5 partes del total que se vendía en el país.

Y justo ese pasado humilde fue el que empujó al gallego a dar condiciones salariales revolucionarias para la época a sus trabajadores: les daba una vivienda digna, con zonas ajardinadas y retretes que se traían directamente desde Francia, los niños asistían a la escuela, donde recibían educación mixta y gratuita hasta los 14 años, edad en la que si lo deseaban tenían un trabajo asegurado en la fábrica y las mujeres embarazadas tenían la baja cubierta salarialmente durante y tras el embarazo. Instituyó una cooperativa de obreros, a fin de que obtuviera todos los alimentos a un precio más bajo y diseñó un seguro por enfermedad así como un sistema de pensiones como ayuda a los jubilados.. Ahí queda eso!

La dulce historia de Matías López y muchísimas más en nuestro tour de Malasaña...

Entradas a la venta en:
https://www.experimenta-madrid.com/store