Cementerio Civil de Madrid
Cementerio Civil de Madrid
Debía tener 13 o 14 años cuando visité por primera vez el Cementerio Civil de la mano de mi padre, uno de esos lugares secretos de Madrid que sorprenden y atrapan. Entre lápidas y mausoleos me narró la biografía de los que allí reposan y sentí que allí, en medio de la palpitante Madrid, se encontraba un remanso de paz que permite recorrer la historia de los dos últimos siglos de nuestro país, porque eso es el Civil, un paseo por la historia.
No es frecuente ver visitantes en este lugar, la inmensa mayoría de las veces que realizó una visita a este cementerio se encuentra desierto, dejando que el tiempo le pase por encima, el presente arrollando el pasado, como un río desbocado.
Justo para impedir esa marea de los tiempos decidí que uno de los primeros tours que ofrecería Experimenta Madrid sería el del Cementerio Civil, intentando clavar tablones al barco que se hunde que es el olvido, tapar las grietas, achicar el agua.
Dice Víctor Manuel en una de sus últimas canciones:
Como voy a olvidarme,
si el olvido es memoria
de que debo olvidarme
están hablando en broma
¿cómo voy a olvidarme?
solo olvidan los bobos
Que reescriben la historia
para olvidarlo todo
Por desgracia no podemos localizar todas las cunetas, los barrancos, las tapias, pero hay un lugar en Madrid donde recordar a los que no tienen un paradero conocido
No es cuestión de ideología, es el pasado, y es importante saber lo que fuimos para saber a donde vamos, no se trata de un mapa, es la geografía histórica de un país y ya está escrita.
En el Cementerio Civil se encuentran los restos de Dolores Cebrián, una de las primeras profesoras de la Institución Libre de Enseñanza y la primera mujer enviada por la JAE (Junta para la ampliación de estudios) a estudiar al extranjero, hoy se ve esa iniciativa como un antecedente de las becas Erasmus. Dolores disfrutó de una beca en París para estudiar botánica una rama "que no es propia de su sexo" en palabras de su profesor que no dudó tampoco en reseñar que Miss Cebrián era "su mejor alumno". Sí, alumno, en masculino. La inteligencia era cosa de los varones en aquel entonces y así se encargó de reseñarlo Unamuno que decía de ella que era tan lista que tenía cabeza de hombre.
Sin embargo el amanecer cultural asomaba por las rendijas y allí estaban ellas, las maestras, que dieron ejemplo a sus alumnas para ver la realidad de género desde otro cristal.
Dolores Cebrián fue también la esposa de Julián Besteiro y le acompañó hasta el último de sus días en la cárcel de Carmona donde falleció el socialista, en ese fatídico momento, dolores decide unirse a la larguísima lista de las víctimas del exilio y pagará hasta su muerte la muta impuesta a su marido por Responsabilidades Políticas. La muerte no era un castigo suficiente.
Dolores Cebrián seguirá formándose durante su exilio pero no le dio la vida para conocer la democracia en nuestro país y mucho menos, pudo contemplar el respeto que hoy debería merecernos su figura. Es complicado encontrar información sobre Dolores y nunca he visto (en más de 50 visitas) flores en su lápida.
Pero esta es la historia de Dolores, pero este lugar de Madrid, esconde muchas más, hombres y mujeres, católicos y comunistas, masones y anarquistas, todos y cada uno tienen cabida en el cementerio civil.
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